viernes, 31 de agosto de 2007

Popurrí tras una larga ausencia

Casi tres meses llevo con el blogg inactivo. Primero fue el intenso trabajo que hubo que afrontar tras las municipales para configurar las bases del nuevo gobierno de Rivas la causa del abandono. Después el paréntesis vacacional. Pero ya, tras una semana reincorporado al día a día, me he encontrado con la necesidad de volver a compartir algunas reflexiones con los lectores y lectoras de este espacio virtual. Vayamos al grano.

Recién llegado la noticia estrella en los medios de comunicación, incluso entre los compañeros del agregador "IloveIu" es el pesar coletivo por la muerte de un futbolista. Sobre la manifestación de este pesar voy a ser políticamente incorrecto. Me ha parecido exagerado el tratamiento mediático, tratamiento que ha incluso trascendido a un medio como el nuestro, crítico y de izquierdas. Compartiendo el drama que supone la muerte súbita de un futbolista joven, me parece una falta de respeto hacia el trabajador anónimo que muere en accidente laboral, la mujer asesinada por su compañero sentimental, el anciano que fallece sólo en su casa sin atención de nadie, el inmigrante que se ahoga atravesando el estrecho o tantos otros posibles ejemplos. Creo que se trata sólo de un ejemplo más de la dictadura del fútbol que contamina también a nuestro entorno político y sociológico.

Otra crítica, esta vez por comparación. He pasado 10 días viajando por Alemania y he venido sorprendido no ya por su elevado nivel de infraestructuras (seguimos a años luz), o porque se come más barato que en España (a pesar de que los salarios son allí comparativamente más altos), sino por su concepción sobre la ciudad y por la práctica cotidiana en defensa del medio ambiente. Pongo algún ejemplo. Las ciudadades española responden a la monarquía, siendo su rey el coche privado. Las ciudades alemanas, en cambio, tienen tres patrones: el peatón, el ciclista y el tranvía. El coche privado está practicamente erradicado de los núcleos urbanos, los atascos no existen y la preferencia real hacia quien va andando o en bicicleta impacta por lo inhabitual que es en nuestros pueblos y ciudaddes. Otro ejemplo, el nivel lumínico de las ciudades cuando llega la noche. Las urbes alemanas tienen las farolas justas, las imprescindibles para que no tropieces. En muchas ocasiones los escaparates tienen más intensidad que la iluminación viaria. Y se ve. En España las ciudades deslumbran. Una duda. ¿Sería comprendida por la ciudadanía española una reducción drástica de la intensidad lumínica de nuestras ciudadades?.

Y por lo demás me he encontrado pocas novedades en la prensa española: Gallardón y sus aspiraciones sucesorias, el miedo del PSOE a ser culpabilizado de la disgregación de España, la iglesia y la derecha a vueltas con la educación para la ciudadanía, terremotos afectando a los más desfavorecidos, otra vez la dictadura del fútbol, etc. etc.

¡Ah! y una novedad de esta misma mañana. Un joven de 30 años se autocastra para no pecar... País.