El Presidente del Gobierno dice que un café en el bar vale 0,80€. Esa equivocación se debe a que o nunca toma café en el bar o sólo lo hace en bares subvencionados o es de los que se retrae a la hora de pagar.
Ayer noche, en la televisión pública, el Presidente se zafó como pudo de las preguntas hechas por los ciudadanos y ciudadanas contestando generalidades y realizando un triunfalista balance de gestión. Con su habitual tono amable, haciendo gala de su flema cuasi británica, regresando a su imagen blandita, sólo respondió con claridad y con contundencia las preguntas que venían a cuestionar su defensa de la unidad territorial de España, las que reproducían las críticas del Partido Popular por su política antiterrorista o a aquél que defendía su derecho a votar por un modelo de Estado distinto al actual. Contundencia para dar la imagen de acercarse al Centro, pero inconcreción en los momentos de responder a diversos cuestionamientos ciudadanos sobre las políticas de juventud, de vivienda, de educación, de inmigración o económica.
La práctica de gorrón que se intuyó del Presidente cuando manifestó tal desconocimiento sobre el precio del café, es coherente con su gorroneo político de las iniciativas de Izquierda Unida en el legislativo o en la redacción de los Presupuestos Generales del Estado.
Si bien es cierto que ZP no falló a los jóvenes cuando sacó a las tropas españolas de Irak; si bien es cierto quer ZP ha trabajado coherentemente en favor de los derechos civiles con una importante acción legislativa en defensa de los matrimonios homosexuales, a favor de la igualdad de género o en la lucha contra la violencia machista; si bien es cierto que se han dado avances sociales importantes con la aprobación reciente de la Ley de Dependencia; no lo es menos que todos estas políticas han sido aprobadas con el apoyo parlamentario, entre otros de I.U.
Pero no es menos cierto que Zapatero ha claudicado ante la jerarquía eclesiástica en asuntos tan básicos como la financiación de la iglesia y la enseñanza religiosa; tampoco es menos cierto que que la política económioca de Solbes dista poco de la política económica de Esperanza Aguirre. En estos asuntos, cuando además de radicalismo político hay que demostrar socialismo político, I.U. se ha quedado sola en el Parlamento, solo a con el apoyo de algún otro grupo parlamentario, pero nunca del Gobierno ni del Partido Socialista.
ZP también se ha dejado en el tintero de la legislatura su prometida sustitución de la Ley de Bases de Régimen Local por la Ley de Gobierno y Administración Local, Ley cuyo borrador lleva casi dos años encima de la mesa y que pretendía mejorar las condiciones de gestión pública en los ayuntameintos tanto en el plano competencial, como en el instrumental. ZP tampoco ha sido capaz de torcer la mano a Solbes para mejorar significativamente la financiación de los Ayuntamientos, y sólo como resultado de una enmienda de IU a los Presupuestos 2005 se introdujo un reducido e insuficiente incremento en las transferencias del estado a los municipios.
En definitiva Zapatero, en su encuentro televisivo de anoche no fue capaz de demostrar su apuesta política por la erradicación del problema de la vivienda, por la defensa de una escuela laica de calidad y con financiación suficiente, por una política económica más redistributiva; ni dejó ni siquiera abierta la más mínima posibilidad de replantear el modelo de Estado. En cambio fue contundente en la defensa de su política antiterrorista o en su rechazo a la "desmembración de España".
¿Las virulentas, crispadas, injustas, infundadas, ultras y esquizoides críticas del Partido Popular están reblandeciendo las hasta ahora firmes convicciones del Presidente en su coherente política antiterrorista?