Clarificar el discurso, haciéndolo más nítido y proponiendo alternativas realizables para esa población a la que decimos defender. Ese debe ser el principal objetivo de un debate para la reconstrucción de Izquierda Unida. Y para ello hay que radicalizar nuestras propuestas; es decir, tenemos que enfocar las mismas para atacar de raíz los problemas que aquejan a la sociedad.
Pero cuidado con la interpretación del término "radicalización". Ser radical no es plantear propuestas extremas o inalcanzables y alejadas del interés prioritario de la ciudadanía. Ser radical es proponer soluciones que vayan, insisto, a la raíz de los problemas. Para ser radical, me refiero a esta segunda acepción, es imprescindible, como ya avanzaba en la anterior entrega, conocer en profundidad aquellas realidades que pretendemos transformar. Y para al canzar el conocimiento hay que acercarse a los asuntos con una mirada limpia y sin apriorismos, dejando a un lado los prejuicios ideológicos. Es sorprendente que en nuestra organización política aquellos que más se autodefinen como marxistas son los que más se alejan metodológicamente del marxismo y, por tanto, los que se muestran más contaminados por el idealismo hegeliano.
Insisto, nuestra alternativa es ser radicales. A modo de ejemplo, voy a dibujar en unas líneas algunas propuestas sobre la política educativa que debe proponer I.U. Utilizo como muestra la educación porque quizás sea en lo que, por experiencia, interés y conocimiento pueda aportar más.
El modelo educativo vigente en España está agotado. Ya no sirve para lograr una correcta formación de nuestros ciudadanos y ciudadanas, ni siquiera para dar una respuesta suficiente a los retos asistenciales que la sociedad nos plantea. Los síntomas son preocupantes: fracaso escolar, ínfima posición del sistema educativo español frente al resto de los países desarrollados, crecientes problemas de inadaptación en las aulas, violencia escolar, falta de motivación del profesorado, incapacidad para dar respuesta a la cada vez mayor heterogeneidad del alumnado, implicación cada vez menor de las padres y de las madres en la vida de los Centros, etc. Y ante esta grave realidad Izquierda Unida se queda en proponer pequeñas modificaciones que sólo tienen que ver con la cáscara del problema. Que hay que potenciar la escuela pública, que hay que disminuir el número de alumnos/as por aula, que hay que dar más medios a la escuela, ¡incluso que hay que extender la educación obligatoria hasta los 18 años! o la barbaridad de proponer la jornada continuada en los colegios. Nuestras propuestas casualmente suelen estar en sintonía con las reivindicaciones laborales, teniendo en muchas ocasiones importantes visos de corporativismo. Es más, caemos en la contradicción de que, apostando con énfasis por la escuela pública, planteamos medidas que van en contra de la competitividad de la misma favoreciendo a la concertada.
Izquierda Unida, como fuerza política transformadora, tiene que ir más allá y proponer un nuevo modelo de escuela que plantee una red única de centros sostenidos con fondos públicos. Una red única que debe tener los mismos horarios, atender a la misma tipología de población, requerir igual cualificación profesional, disponer de medios materiales similares; una red única que anteponga los derechos del alumnado, de sus familias y de la calidad educativa a los intereses corporativos; una red única capaz de responder a los retos de la sociedad de hoy y no a la del pasado siglo; una red única que se nutra de aquellos otros profesionales, no sólo profesores y profesoras; que la respuesta a esos retos exige; una red única capaz de interactuar con su medio e íntimamente insertada en la comunidad donde se asienta; una red única integradora de esa creciente población de orígenes culturales, sociales, lingüísticos, religiosos ... distintos; una red única laica, radicalmente laica; una red única que establezca sólo a las administraciones, ya sea la local, la autonómica o la estatal, como propietaria de suelo, edificios y equipamiento; una red única que permita el uso intensivo de inversiones realizadas con fondos públicos por parte de todos, estableciendo a los ayuntamientos, como administraciones más cercanas, para la coordinación de esos usos múltiples; ... Y de esto es de lo que hay que hablar, no de definir si los maestros/as deben ser funcionarios/as o personal laboral o formar parte de alguno de los tipos de economía social al uso. Como diría Mariano Fernández Enguita, la escuela es pública sólo si responde a los intereses públicos y, la escuela actual que conocemos como pública, en la mayoría de las ocasiones más que pública es del funcionariado.
¿Cuál es la garantía real de lo público? Titularidad pública, propiedad pública, interés colectivo y gestión transparente, eficaz y controlada por los poderes públicos, así como participada por la sociedad en la que se inserta. ¡Pues propongámoslo! Sólo así podremos establecer un modelo realmente alternativo al actual que sea capaz de romper la actual dualidad pública/concertada.
Y esta propuesta, definida de forma muy rápida y sin los necesarios matices, es lo que creo debemos defender para el servicio público en general, como es natural, adecuando las concreciones a las especificidades de cada uno de ellos.
Creo que ya he abusado de los espacios máximos asumibles para un post. Ruego disculpas y amenazo con continuar.
7 comentarios:
Esto... ¿Se ha quedado cortado el texto o el post acaba así?
Creo que ya está solucionado
Brillantes análisis, no puedo estar más de acuerdo.
Seguramente la forma más eficaz de avanzar hacia las privatizaciones sea una Administración pública estática en la que los sindicatos de funcionarios públicos se aferren al modelo actual con sus privilegios. Es necesario una Administración más ágil, con funcionarios mejor retribuídos, con posibilidades reales de promocionar y tener una carrera profesional. Pero para ello ha de terminarse con el carácter vitalicio del puesto de funcionario.
De otro modo ocurrirá como en Francia que un Sarkozy que promete mano dura contra los funcionarios resulta muy popular, o que en feudos tradicionales de la izquierda como Marsella elijan alcaldes del Frente Nacional de Le Pen.
Algunas apreciaciones,
Dicho modelo de gestión de los centros, ya que de educación apenas ha hablado, tiene racionalidad y lógica lo cual es un buen comienzo.
Pero, entiendo que por la falta de "espacio" , tal política sectorial le faltaría un contexto integrado para ser del todo efectiva y positiva.
Por otro lado , el empeño de una única red con un único fin, como gestión y como unidad de un unico objetivo desde lo público me parece coherente, pero quizás entendí mal el texto, estas deberán ser diversas y adaptadas a todas las realidades formacionales que se suceden en nuestra realidad para poder dar cabidas a cada una de estas, sin desprecio ni sobrevaloración de ninguna de estás .
Sin más,
un saludo./Terve.
Llevas razón, adiskide, he hablado de modelo de gestión y sólo de eso. De cuurículo, metodología educativa y demás sería para escribir largamente y, aunque me apetece, porque forma parte incluso de mis intereses personales y profesionales, creo que no es el momento, ni tiene cabida en la serie de entregas en la que se integra este post.
Por otro lado el con cepto de red única y modelo de gestión más que único coherente en todo el estado, no es necesariamente contradictorio con la necesaria flexibilidad para lograr la adaptación del modelo al medio concreto en el que se desarrolla.
Yo lo que quería indicar en este ejemplo, mero ejemplo sobre gestión de lo público es que hay que dejarse de debates nominalistas e ir al fondo de la cuestión. Era la única pretensión.
El problema de IU, en mi opinión, es que todavía no sabe lo que es. Mientras sus cuadros hablan de izquierda moderna, util, etc. Su electorado y gran parte de su militancia se desilusiona ante aquel proyecto que aspiraba a cambiar la sociedad, y que ahora parece conformarse con ser un apéndice "influyente" del PSOE.
Como decía Javier Ortiz hace poco en Público, el único dato objetivo existente y que los que apoyan la política de llamazares no parecen darse cuenta es que "cada vez que los llamados “realistas” han marcado la línea de conducta (primero en el PCE, luego en Izquierda Unida), sus resultados prácticos han ido demoledoramente a peor." Eso se percibe no sólo en los resultados electorales sino que basta con ver alguno de los últimos actos electorales de IU.
Sobre el proyecto de "refundación", más parece un reparto de la tarta entre los dirigentes de la organización que un verdadero debate interno para tratar de ser una alternativa al modelo imperante (la verdad es que muchos de sus dirigentes nisiquiera ideologicamente son una alternativa al sistema).
D.Jose Ramón , de acuerdo en ello pues yendo sólo al fondo es como se puede construir una alternativa real a algo y desarrollar un mensaje con contenido coherente y propio.
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