Y Rivas se quedó a oscuras

El 1 de febrero, Rivas-Vaciamadrid se quedó a oscuras. Mientras que otras ciudades optaron por lo fácil apagando monumentos simbólicos, Rivas se decantó por lo complicado dejando a oscuras la ciudad. A las 19,55 la noche se hizo más intensa, el alumbrado público dejó de lucir, los edificios municipales oscurecieron, muchos vecinas y vecinos se desconectaron de la red y sólo el hito de entrada al municipio quedó encendido. El popularmente conocido como "pepelito" se ilumina a base de LEDs de muy bajo consumo energético. Por ello, en este caso el símbolo, fue el que permaneció encendido como ejemplo de que hay alternativas para el ahorro energético.

También el 1 de febrero fuimos aldea gala. Pero aldea gala fundamentada en realidades. Lo simbólico en nuestro caso se sustenta en hechos. El mayor vertedero incontrolado de Europa ya ha sido descontaminado por el Ayuntamiento y se está empezando a transformar en gran pulmón verde público y espacio cívico dotacional; las nuevas licencias de obras, derivadas del Plan General ya vigente, incluyen el hecho de la implantación de energía solar en las viviendas respondiendo a la obligación normativa del mismo; todos los edificios públicos constan de paneles solares fotovoltaicos; la red bici sigue creciendo y se desarrollan proyectos como el recientemente puesto en marcha "comparte tu coche".

Rivas se quedó a oscuras, Rivas respondió a la llamada ecologista, Rivas se sumó al acto simbólico, pero desde su compromiso real de desarrollo de políticas activas para acercarnos a la sostenibilidad.