A la intolerable campaña de la iglesia católica contra el Gobierno español, éste responde defendiendo las leyes desarrolladas en el último periodo legislativo, pero sin la debida contundencia debido al temor de que algunos votantes católicos, de los autodenominados como progresistas, se sientan atraídos por los mensajes movilizadores de la jerarquía eclesiástica, jerarquía que ha utilizado hasta su máximo exponente, el Papa, para atacar el tímido intento del Gobierno por alejar al Estado de su dependencia de la iglesia.
Parece ser que "gestos" gubernamentales tales como el nombramiento del ultracatólico opusdeísta Francisco Vázquez como embajador en el Vaticano, la negativa de Zapatero a introducir en el programa electoral socialista la reforma de la ley del aborto, las concesiones de la vicepresidenta a las asociaciones religiosas de la enseñanza o el mantenimiento de la financiación de la iglesias por parte del Estado, han sido considerados por la Jerarquía católica más como signos de debilidad que como señales de acercamiento.
Considero que ya no caben medias tintas, que en el mundo actual hay que acabar definitivamente con cualquier tipo de dependencia o ligazón entre el Estado y las confesiones religiosas y que, en definitiva hay que apostar decididamente, sin ambigüedades y sin complejos por un Estado laico.
Desde aquí quisiera apoyar al Gobierno frente a las diatribas de la jerarquía eclesiástica y de la derecha reaccionaria española, pero, a la vez, exiguir al PSOE, partido que lo sustenta y que pretende revalidar en marzo el triunfo electoral de 2004, que se deje de medias tintas y que apueste por una ley de plazos del aborto, que se atreva a comprometerse a legislar de modo progresista en lo referente a la eutanasia, que saque la religión de los centros educativos y que acabe definitivamente con los privilegios de la iglesia católica en cuanto a su financiación.
Como ya hemos visto que el PSOE no es capaz de desarrollar un Estado laico de verdad, al estilo del francés; aquellos que estamos en contra de la manipulación de ese catolicismo que recuerda cada vez más al nacionalcatolicismo sustentador del franquismo, deberemos plantearnos el voto a las opciones políticas que claramente comprometemos en nuestros programos esa definitiva separación de la iglesia del Estado. Considero, por ello, que a los defensores de una España laica no nos va a quedar otra opción que votar en marzo a I.U.
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